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martes, 8 de abril de 2014

Fisiopatología del dolor clínico


Introducción 
El dolor es individual y subjetivo. Ha sido definido por la Asociación Internacional 
para el Estudio del Dolor (IASP) como “una sensación desagradable y una 
experiencia emocional asociadas con un daño tisular  real o potencial, o descrita 
en términos de tal daño”. El dolor que experimenta cada individuo que lo padece 
es el resultado de una interacción de múltiples variables biológicas, psicológicas, 
sociales y culturales. Melzack considera que la interacción de todas esas variables 
determina un sistema funcional cerebral que ha denominado “neuromatrix” 
(Figura 1) que sería el responsable de dar las características personales de esa 
percepción dolorosa. 
Figura 1. Esquema de la Neuromatriz propuesta por Patrick Wall. Se consideran tres dimensiones de 
la experiencia dolorosa. E: dimensión evaluativa-cognoscitiva, A: Dimensión afectiva-motivacional, y S: 
dimensión sensorial-discriminativa (Modificado de Melzack R., 1999). 


Para entender la existencia de varios tipos de dolor clínico es necesario 
precisar 4 categorías que están relacionadas estrechamente: nocicepción, dolor, 
sufrimiento y conductas de dolor. Nocicepción se refiere a los fenómenos biológicos 
desencadenados por la acción de los estímulos nocivos sobre el organismo, antes 
de que esa información sea consciente. Aquí se incluyen aspectos como la actividad 
de los nociceptores, la transmisión de potenciales de acción, el funcionamiento 
de las diferentes sinapsis a lo largo de las vías ascendentes, etc. Debe tenerse 
presente que no siempre la nocicepción da lugar a la percepción de dolor.  Dolor
como ya se mencionó, es la percepción que el sujeto experimenta, con todos sus 
componentes sensoriales, emocionales y discriminativos. El dolor habitualmente 
es el resultado de una actividad nociceptiva, pero puede haber casos de dolor 
sin nocicepción, es decir, sin la presencia de una lesión o de un estímulo nocivo. 
Sufrimiento es una reacción afectiva negativa inducida por varios estados 
psicológicos como dolor, miedo, ansiedad y estrés. No todo sufrimiento es causado 
por dolor, pero en medicina frecuentemente describimos el sufrimiento como dolor.  
Las conductas de dolor surgen como consecuencia del dolor y del sufrimiento y, 
son aquellas cosas que el paciente hace o deja de hacer cuando hay una lesión 
tisular, por ejemplo, gritar, llorar, solicitar incapacidad, etc. Estas conductas de 
dolor junto con la historia clínica y el examen físico permiten precisar la existencia 
de nocicepción, dolor, y sufrimiento. 
Dimensiones del dolor 
El dolor es una percepción que posee varias dimensiones: duración, intensidad, 
localización, cualidad y afecto.  
Duración 
Es el tiempo durante el cual se percibe el dolor. Este puede ser continuo o 
intermitente y, en la mayoría de los casos, la duración está relacionada directamente 
con la  nocicepción. En clínica se ha convenido en denominar al dolor, de acuerdo 
con su duración, como agudo y crónico. Dolor agudo es aquel dolor, generalmente 
desencadenado por la activación de nociceptores en el área de una lesión tisular y 
cuya duración es menor de tres meses.  Da lugar a cambios vegetativos, ocasiona 
manifestaciones de ansiedad y habitualmente responde bien a los analgésicos. 
Dolor Crónico es el dolor que ha tenido una duración mayor de tres meses, en forma 
continua o intermitente. Generalmente es un dolor con características patológicas, 
que puede persistir aún después de la curación de la lesión. Los pacientes no 
muestran cambios vegetativos y presentan signos y síntomas depresivos que 
empeoran el cuadro clínico. Es de manejo difícil y habitualmente requiere tratamiento 
por parte de grupos multidisciplinarios denominados Clínicas o Grupos de Dolor. 
El interrogatorio y el examen clínico de los pacientes aporta pocos elementos 
útiles para el diagnóstico y  el tratamiento, y un alto porcentaje de ellos queda sin 
curación, a pesar del tratamiento.  

Intensidad 
Es la magnitud del dolor percibido. La intensidad no depende solamente de la 
nocicepción. En ella influyen, como se mencionó atrás, otros factores de orden 
psicológico, social y cultural. Si bien la intensidad del dolor es un fenómeno subjetivo, 
es conveniente utilizar métodos que permiten objetivizarla, tales como las escalas 
numéricas o la análoga visual (VAS). En esta última, la intensidad del dolor es 
determinada por el mismo paciente sobre una línea recta cuyos dos extremos están 
marcados 0 y 10. El número 0 indica ausencia del dolor, y 10 se refiere al dolor más 
intenso que el sujeto pueda imaginar. 
Localización 
Se refiere al lugar del cuerpo donde el dolor es percibido. Debido a la Ley de 
la Proyección, el dolor originado por estímulos nocivos en estructuras profundas 
(musculares o viscerales), en muchos casos, es interpretado como originándose 
en áreas superficiales, sanas, correspondientes a dermatomas relacionados con 
la víscera afectada (dolor proyectado) o en dermatomas vecinos (dolor irradiado). 
Estas dos clases de dolor se conocen globalmente como dolor referido. Cuando 
el dolor referido se origina en estructuras somáticas o viscerales se divide en 
dos tipos: dolor referido sin hiperalgesia (dolor segmentario) y dolor referido con 
hiperalgesia (dolor parietal). 
Cualidad 
Es aquella característica que permite describir el tipo de dolor que se percibe, 
por ejemplo, si es quemante, punzante, como un corrientazo, como calambre, etc. 
Algunos dolores poseen una cualidad típica. Tal es el caso de los corrientazos de las 
neuralgias o de la sensación de quemadura en algunos dolores neuropáticos. 
Afecto 
Es la característica de agrado o desagrado que acompaña a una percepción. En 
el primer caso se dice que el afecto es positivo, mientras que en el segundo hablamos 
de un afecto negativo. El dolor se acompaña generalmente de un afecto negativo. 
Se considera que los aspectos afectivos del dolor están determinados de manera 
especial por la participación del sistema límbico que a su vez, recibe información de 
núcleos talámicos de proyección difusa como los  núcleos intralaminares. 
Fisiología de la nocicepción 
Los nociceptores 
Son los receptores especializados en la detección de estímulos nocivos. 
Morfológicamente son terminaciones nerviosas libres de fibras Aδ (mielínicas) 
y C (amielínicas) que funcionan como transductores biológicos. Sus cuerpos 
celulares de origen se localizan en los ganglios de la raíz dorsal (GRD) o en los 
ganglios sensoriales de los pares craneanos correspondientes, y se conocen como 

neuronas de primer orden  o aferentes primarios, de la vía nociceptiva. 
Las fibras Aδ poseen un diámetro de 2 a 5 mm y una velocidad de conducción 
de 12 a 30 m/seg. Las fibras C tienen un diámetro de 0,4 a 1,2  mm y una velocidad 
de conducción  de 0,5 a 2 m/seg. Cuando se produce una lesión superficial en la 
piel, se perciben dos clases de dolores: uno inicial, rápido, de corta duración, bien 
localizado, debido a la actividad de las fibras Aδ, llamado dolor primario y, otro, 
de aparición más tardía, lento, persistente y difuso, debido a la actividad de las 
fibras C, llamado dolor secundario. 
Los nociceptores pueden clasificarse funcionalmente como: mecano- 
nociceptores, termo-nociceptores  y polimodales. Los tres tipos de nociceptores 
se encuentran en la piel y en la mayoría de las vísceras y, algunos de ellos, han 
sido identificados como canales de membrana. 
Los mecano-nociceptores son fibras Ad que se activan por estímulos de presión 
intensa. Los termo-nociceptores corresponden a fibras Aδ y son activados por 
temperaturas superiores a 45°C o inferiores a 5°C. Los nociceptores polimodales 
pertenecen a fibras C y son activados por una gran variedad de sustancias 
químicas, estímulos mecánicos intensos y temperaturas extremas de frío o calor. 
Los nociceptores polimodales  pueden, a su vez, dividirse en dos grupos de fibras 
relativamente independientes. Unas que contienen fosfatasa ácida resistente a 
fluoruro (FRAP), expresan el receptor de purinas P2X3, el sitio de unión de la lectina 
IB4 y receptores para el Factor Neurotrópico Derivado de Células Gliales (GDNF). 
El otro grupo sintetiza péptidos como la Sustancia P o el Péptido Relacionado con 
el Gen de Calcitonina (CGRP), y expresa el receptor TrkA de alta afinidad para el 
Factor de Crecimiento Neural (NGF). 
La activación de los nociceptores da lugar a la generación de potenciales de 
acción que inducen, a su vez, la liberación de neurotrasmisores en el asta dorsal 
de la médula espinal. De éstos, los principales son: Glutamato, que da lugar a 
potenciales sinápticos rápidos en las neuronas del asta dorsal, mediados por 
receptores AMPA, y Sustancia P, liberada en la mayor parte de las terminaciones 
tipo C. Además, las fibras aferentes de las neuronas de los GRD pueden liberar 
antidrómicamente sustancias químicas proinflamatorias dando lugar a la llamada 
inflamación neurogénica de los tejidos lesionados. 
La mayoría de los nociceptores descritos tiene la propiedad de disminuir 
su umbral, o de aumentar su respuesta, cuando son sometidos a estimulación 
repetitiva. Este fenómeno se llama sensibilización periférica y puede ser de dos 
clases: autosensibilización, cuando es debida a acomodación de la membrana 
del nociceptor, o heterosensibilización, cuando se debe a la acción de sustancias 
químicas presentes en la zona de lesión. 
 Cuando se produce una lesión tisular, se desencadena una cascada de liberación 
de sustancias inflamatorias sensibilizantes o excitadoras de los nociceptores. 
Entre ellas se mencionan iones  K+ y  H+, serotonina, bradiquinina, histamina, 
prostaglandinas, leucotrienos y Sustancia P. El conjunto de estas sustancias se 
denomina sopa inflamatoria. 
Algunos tejidos, especialmente viscerales, poseen nociceptores que inicialmente 
no son activados por los estímulos nocivos pero que, luego de estímulos repetidos 
e intensos, responden en forma notoria. Estos receptores se conocen como

nociceptores silenciosos. 
La primera sinapsis de la vía de la nocicepción se halla en el asta dorsal 
de la médula espinal o en los núcleos sensoriales de los pares craneanos 
correspondientes. El asta dorsal comprende seis capas histológicas, denominadas 
por Rexed como láminas I (la más superficial) a VI (la más profunda) (Figura 2).

Las neuronas nociceptivas de se- 
Figura 2. Láminas de Rexed.
gundo orden (NNSO) se localizan en las 
láminas I y II. Hacen sinapsis con fibras 
Aδ y C y se dividen en dos clases: las 
neuronas nociceptivas específicas que 
responden solamente a estímulos noci- 
vos y las neuronas de rango dinámico 
amplio (WDR) que pueden responder 
tanto a estímulos mecánicos nocivos 
como no nocivos. Las láminas III y IV 
contienen neuronas que responden a 
estímulos no nocivos, provenientes de 
fibras Aß. Las neuronas de la lámina 
V son, básicamente, neuronas WDR 
que reciben información de fibras Aß, 
Aδ y C. Finalmente, las neuronas de la 
lámina VI reciben impulsos mecánicos 
no nocivos provenientes de músculos y 
articulaciones.I 
Las NNSO pueden sufrir cambios funcionales duraderos. Así, luego de 
estimulación repetida y persistente, las neuronas pueden aumentar progresivamente 
su respuesta. Este fenómeno llamado  “wind-up”  depende de la actividad de 
receptores de glutamato NMDA. En general, la hiperexcitabilidad de las NNSO 
debida a causas, como la anterior, se denomina Sensibilización central. 
Vías nociceptivas ascendentes 
Los axones de las NNSO se proyectan a niveles superiores del sistema nervioso 
central dando lugar a, por lo menos, cinco haces diferentes: espinotalámico, 
espinoreticular, espinomesencefálico, cervicotalámico y espinohipotalámico. 
El haz espinotalámico, está conformado por axones que cruzan al lado 
contralateral de la médula y ascienden en la sustancia blanca anterolateral hasta los 
núcleos ventral posterolateral y ventral posteromedial talámicos. 
El haz espinorreticular es formado por axones que ascienden en el cuadrante 
anterolateral de la médula espinal hasta la formación reticular y núcleos reticulares 
talámicos. Este haz posee tanto fibras cruzadas como homolaterales. 
El haz espinomesencefálico está constituido por axones que se dirigen al sistema 
reticular mesencefálico, a la sustancia gris periacueductal y al núcleo parabraquial, 
de donde se proyectan conexiones a la amígdala. Unas fibras del haz ascienden por 

el cuadrante anterolateral medular y, otras, por el fascículo lateral. 
El haz cervicotalámico se origina en el núcleo cervical lateral, localizado en la 
porción lateral de la sustancia blanca de los segmentos medulares CI y CII. Sus 
axones  homo y contralaterales, ascienden por el lemnisco medio y  terminan en los 
núcleos ventral posteromedial y ventral posterolateral talámicos. 
El haz espinohipotalámico incluye axones que se proyectan a núcleos vegetativos 
hipotalámicos.  
Función talámica 
La mayoría de las fibras somatosensoriales, procedentes de la médula espinal 
y del complejo trigeminal, terminan en la porción ventral posterior de las masas 
nucleares del tálamo, laterales a la lámina medular interna (VP) o en un área más 
posterior (VO). Las fibras procedentes de la cara y de la región oral  lo hacen 
en la porción más medial: núcleo ventral posteromedial (VPM). La información 
del cuerpo y de las extremidades termina más lateral y dorsal: núcleo ventral 
posterolateral (VPL). No se conoce, con certeza, la función que realiza el tálamo 
en el procesamiento de la información nociceptiva en el humano. Sin embargo, 
hay evidencia, mediante registros de potenciales evocados, de que el tálamo 
recibe información nociceptiva bien organizada topográficamente. Además, los 
resultados de la estimulación eléctrica y el efecto de algunas lesiones del tálamo, 
especialmente el denominado Síndrome Talámico, permiten plantear que esa 
estructura es fundamental para la percepción del dolor. 
El síndrome talámico es causado generalmente por obstrucción de la rama 
tálamogeniculada de la arteria cerebral posterior que irriga la porción posterolateral  
del tálamo. Clínicamente, se manifiesta por ataques de dolor espontáneo, de 
gran intensidad, en el hemicuerpo contralateral. Además, se presenta hemiplejía 
o hemiparesia en ese mismo hemicuerpo. La estimulación puntiforme o intensa 
produce en esos pacientes una sensación desagradable, difusa, que se irradia 
de manera intolerable. Ello permite afirmar que el tálamo juega papel, no solo, 
en el procesamiento sensorial de tipo discriminativo de la nocicepción, sino en 
la modulación afectiva del dolor. 
Papel del cerebro en la percepción del dolor 
El efecto de las lesiones o de las estimulaciones de la corteza cerebral sobre 
la percepción del dolor es variable. Pacientes que han sido sometidos a una 
hemisferectomía, pueden tener una percepción del dolor prácticamente normal. 
Las lesiones destructivas de las áreas 1 y 2 de Brodmann no siempre suprimen la 
capacidad de percibir el dolor. Las lesiones del lóbulo frontal y de la corteza del 
cíngulo, por su parte, ocasionan un estado en el cual se presenta una disociación 
de los componentes afectivos, con una marcada disminución del sufrimiento por 
dolor, pero no de la discriminación del dolor. 
Penfield y Boldrey, en 1937, estimularon directamente la corteza cerebral 
de pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas bajo anestesia local. Los 
pacientes experimentaron percepciones dolorosas referidas a partes del hemicuerpo 
epilépticos que manifiestan dolor durante sus crisis. En la mayoría de estos casos se 
contralateral en sólo 11 de cerca de 800 respuestas. En ocasiones hay pacientes 
ha podido comprobar el compromiso de la corteza SI contralateral. 
Mediante el uso combinado de imágenes de Tomografía por emisión de 
positrones (PET) y Resonancia magnética (RM) en humanos se ha mostrado que 
la estimulación dolorosa ocasiona  una activación significativa de las cortezas 
contralaterales del cíngulo en su porción anterior, SI y SII. Por todo lo anterior,  
se considera que las dos zonas de la corteza cerebral que están particularmente 
implicadas en el procesamiento de la información nociceptiva son: la corteza 
parietal somatosensorial (SI y SII), que estaría relacionada con el componente de 
discriminación sensorial del dolor, y la corteza del cíngulo, asociada al componente 
afectivo-emocional del dolor. 
 El dolor de miembro fantasma es la manifestación dolorosa que refieren 
algunos pacientes en la extremidad que les ha sido amputada. Prácticamente, todos 
lo amputados tienen sensación de miembro fantasma, pero sólo un porcentaje que 
varía entre 10 y 70% de ellos, según diferentes autores, tiene dolor de miembro 
fantasma. Este fenómeno puede aparecer en el mismo momento de la lesión o 
iniciarse después de un intervalo de semanas, meses y aun años. Es más común 
en pacientes de edad avanzada y en aquellos con trastornos emocionales. También 
puede observarse en pacientes con lesión parcial del plexo braquial o en casos 
de sección  accidental de la médula espinal. En algunos, de los primeros, la 
amputación ulterior de la extremidad lesionada no ha ocasionado desaparición, ni 
de la sensación fantasma, ni del dolor. El fenómeno de dolor de miembro fantasma 
se ha observado, además, en casos de niños que han nacido sin una extremidad 
o la han perdido a muy corta edad. Por ello, se puede afirmar que el cerebro, 
además de detectar y analizar estímulos, genera experiencias perceptuales aun 
sin estimulación periférica. 
Modulación del dolor 
En 1965, Ronald Melzack y Patrick Wall apoyados en resultados obtenidos en 
animales y en  humanos, postularon la Teoría de Compuerta de Control (Control 
Gate) del dolor (Figura 3). La teoría se basa en lo siguiente: 
1.  La transmisión de los impulsos nerviosos de las fibras aferentes hacia las 
neuronas de segundo orden, en la médula espinal, es modulada por un 
mecanismo de compuerta en las astas dorsales. 
2.  El mecanismo de control está influenciado por la actividad de las fibras aferentes. 
La actividad en las fibras Aβ, de tacto discriminativo, tiende a inhibir la transmisión 
(cierran la compuerta), mientras que la actividad en las fibras nociceptivas Aδ
C tiende a facilitar la transmisión (abren la compuerta). 
3.  El mecanismo de compuerta espinal está influenciado por estímulos que 
descienden de niveles superiores del sistema nervioso central entre los que se 
incluyen, además, procesos de origen cognoscitivo. 
4. Cuando la actividad de las neuronas transmisoras de segundo orden de la 
médula espinal sobrepasa un nivel crítico, se activa el sistema nociceptivo 
supraespinal. 
Además de este mecanismo espinal modulador de la nocicepción existe un

Figura 3. Modelo de la teoría de Compuerta de control del dolor. Esta versión se conoce como Mark 
II. Incluye neuronas excitatorias (círculo blanco) e inhibitorias (círculo negro) en la sustancia gelatinosa 
(SG) que hacen sinapsis con las células transmisoras (T). L: fibras Aβ, de mayor diámetro. S: Fibras 
Aδ y C (Según Melzack R. y  Wall P., 1982). 

completo sistema analgésico intrínseco. Este sistema comenzó a ser estudiado 
a partir de las investigaciones sobre los efectos analgésicos de la morfina y sus 
derivados. Así, se logro demostrar la existencia de sustancias endógenas localizadas 
en el sistema nervioso central y en otras áreas corporales como la hipófisis y el 
intestino, que se unen a receptores de membrana que también aceptan a la morfina 
y a sus derivados. Estas sustancias, denominadas  globalmente como endorfinas u 
opioides endógenos son péptidos de bajo peso molecular, con estructura bioquímica 
diferente a la de la morfina. Se han identificado tres tipos de receptores de opioides 
(µ, δ y κ) que, estructuralmente, son miembros de la clase de receptores mediados 
por proteínas G. Los opioides endógenos que  se ligan a estos receptores son  las 
encefalinas, la b-endorfina y las dinorfinas. La leucina y la metionin-encefalinas 
son pentapéptidos. La β-endorfina se expresa básicamente en la hipófisis, a partir 
del polipéptido proopiomelanocortina (POMC), que también es precursor de la 
corticotropina (ACTH) y de la  hormona β-melanoestimulante. 
La estimulación eléctrica, en humanos, de la región anterior del hipotálamo,  de 
las áreas septales anteriores y de varias zonas de la sustancia gris periacueductal 
(PAG) produce control efectivo del dolor. Esta analgesia es mediada por opioides 
endógenos pues puede ser bloqueada por naloxona, un antagonista opioide. De la 
PAG descienden tres vías que juegan un papel central en la inhibición del dolor:  
1) la que se dirige a la región rostromedial vecina al núcleo locus coeruleus, 2) 
una proyección al núcleo paragigantocellularis y, 3) la más importante, la eferencia 
a los núcleos del rafé, especialmente al núcleo magnus. La estimulación directa 
del núcleo magnus del rafé produce analgesia y se considera que esta acción es 
mediada por la acción de neuronas serotoninérgicas, cuyos axones descienden por 
la parte dorsal del cordón lateral hacia el asta dorsal de la médula, donde hacen 
sinapsis con interneuronas inhibitorias  en las láminas I, II y V de Rexed. 

Mecanismos de producción del dolor clínico 
De acuerdo con su fisiopatología el dolor clínico puede ser: 1. Nociceptivo, 
también llamado Inflamatorio, que es el producido por una lesión tisular que 
desencadena la liberación de sustancias químicas que estimulan directamente a 
los nociceptores, 2. Neuropático, debido a la lesión de alguna porción del Sistema 
Nervioso, y 3. Mixto, cuando se combinan los dos anteriores. Si no se puede 
determinar el mecanismo causal, hablaremos de un dolor Idiopático. Algunos 
autores incluyen, en esta clasificación, el dolor Psicógeno; sin embargo,  preferimos 
no utilizar esta categoría por varias razones: 1.Todo dolor tiene componentes 
psicológicos, 2. Este diagnóstico “rotula”  y estigmatiza al paciente, pues en 
ocasiones se considera que el paciente es un enfermo mental, o lo que es peor, 
se cree que el paciente es un embaucador, y 3. Se corre el riesgo de un error 
diagnóstico porque el paciente puede tener una lesión grave, ubicada en un área de 
difícil acceso diagnóstico, o una lesión pequeña de crecimiento muy lento. 
El dolor nociceptivo se divide, de acuerdo con la localización de la lesión que 
lo produce, en: Somático y Visceral. El dolor somático es superficial cuando la 
lesión  causante  del dolor se localiza en la piel, o en el tejido celular subcutáneo, 
profundo en el caso de los dolores del sistema ósteo-músculo-articular. El 
dolor visceral es aquel que tiene su origen en las vísceras de las cavidades 
craneana, torácica o abdominal. 
El dolor neuropático se divide en periférico, si la lesión afecta los nervios 
periféricos, y central, cuando la lesión altera alguna estructura del neuroeje.  En la 
actualidad se está popularizando la tendencia a llamar dolor neuropático, solamente 
al dolor periférico, y dolor central, sin el calificativo de neuropático, al dolor causado 
por lesiones en el neuroeje. Sin embargo, los mecanismos fisiopatológicos de estos 
dos tipos de dolores pueden ser similares. 
Dolor inflamatorio 
 El dolor nociceptivo de tipo inflamatorio, de significado clínico, es 
desencadenado por lesiones tisulares que dan lugar a una respuesta inflamatoria 
que, a su vez, estimula directamente a  los nociceptores. 
 El dolor inflamatorio es causado por rupturas tisulares (heridas, fracturas, 
desgarros musculares, etc.) presiones intensas (que ocasionan isquemia o daños 
tisulares), quemaduras, frío intenso y prolongado, y lesiones químicas (por 
sustancias ácidas o alcalinas). Desde las células lesionadas se inicia la liberación 
de una gran variedad de sustancias, y otras son sintetizadas durante los eventos 
que siguen a la lesión. Algunas de estas sustancias sensibilizan a los nociceptores, 
mientras que otras los activan directamente. Las prostaglandinas, los leucotrienos 
     y la histamina, por su parte, son activadores. El conjunto de todas estas sustancias 

y la Sustancia P son sensibilizadores. Los iones K+, la serotonina, la bradiquinina Nervioso, y 3. Mixto, cuand
forman la denominada “Sopa” o “Cocktail” inflamatorio o algogénico. 
Además de lo anterior, la lesión tisular da origen a cambios vasculares locales: 
1. La Triple respuesta de Lewis que se manifiesta por una vasoconstricción refleja 
en la piel del área afectada (Línea Blanca), seguida en pocos segundos por una 
vasodilatación compensatoria (Línea Roja) y, posteriormente, extravasación de 
líquidos y edema local. 2. Inflamación Neurógena, producida por la liberación 
retrógrada de sustancias proinflamatorias en la terminal nerviosa estimulada. Estas 
respuestas son prolongadas y progresivas. 
Algún tiempo después de una lesión cutánea, la piel  lesionada aparece enrojecida 
e hipersensible a los estímulos dolorosos. Se habla, entonces, de hiperalgesia 
primaria o local. En esta área hay vasodilatación, el umbral para los estímulos 
dolorosos está disminuido, la respuesta es exagerada y, a menudo, de cualidad 
quemante, y puede durar varios días. Alrededor de la zona mencionada puede 
aparecer otra zona de hiperalgesia, llamada hiperalgesia secundaria, que se extiende 
más allá del área de vasodilatación y rara vez dura más de 48 horas. 
Dentro del área de hiperalgesia primaria, los estímulos térmicos de baja 
intensidad ocasionan dolor. Esto probablemente se debe a la sensibilización de los 
receptores al estímulo térmico que se desarrolla después de una lesión cutánea. 
La hiperalgesia secundaria se caracteriza principalmente por hiperalgesia a los 
estímulos mecánicos, pero no al calor. 

El dolor muscular 
Tiene ciertas características que lo diferencian del dolor cutáneo y del dolor visceral. 
El dolor muscular se percibe como calambre, como cansancio o, en algunos casos, 
como ardor localizado. Es mal localizado y habitualmente se refiere a otros tejidos 
somáticos profundos, por ejemplo, a la articulación sobre la cual actúa el músculo. 
El dolor de los músculos y ligamentos espinales puede referirse a los miembros y 
alrededor de la pared torácica, sin que haya compresión de raices nerviosas. Además, 
en varios casos, el dolor de los tejidos musculo-esqueléticos profundos puede referirse 
a  patrones segmentarios conocidos como esclerotomas. 
El dolor muscular puede ser ocasionado por lesiones directas del músculo 
como traumas o ruptura de fibras musculares, por fatiga debida a ejercicio 
excesivo o por isquemia. En este caso el dolor aparece cuando el músculo realiza 
ejercicio y obliga al paciente a suspenderlo, produciendo el cuadro clínico de 
claudicación intermitente. 
El conocimiento de los mecanismos básicos del dolor muscular en humanos es 
limitado pues la mayoría de los estudios experimentales se han hecho en animales 
anestesiados. Sin embargo estos estudios han mostrado que la hiperexcitabilidad de 
las neuronas de las astas posteriores de la médula espinal (Sensibilización Central), 
por activación de receptores de la sustancia P (NK-1) y de glutamato (NDMA), es 
una posible causa de la hiperalgesia muscular y del dolor referido. 


Dolor miofascial 
 
Es un tipo de dolor músculoesquelético caracterizado por la presencia de “puntos 
     gatillo”. Se da este nombre a zonas de hiperirritabilidad en un músculo o en  su
tejido conjuntivo asociado que, cuando se comprimen, son localmente dolorosos 
y, si son suficientemente hipersensibles, dan lugar a dolor y sensibilidad referidos; 
también pueden dar lugar a fenómenos vegetativos. Los puntos gatillo varían entre 
2 y 5 mm de diámetro y se hallan dentro de bandas firmes palpables de músculo 
esquelético y la estructura fascial de tendones y ligamentos.  
Dolor visceral  
Tiene características clínicas que lo hacen diferente al dolor somático :  es difuso 
y pobremente localizado, se refiere a otros lugares diferentes al sitio de origen, y 
se acompaña de reflejos motores y vegetativos, como nauseas y vómito. No todas 
las vísceras desencadenan dolor, por ejemplo, el hígado, el riñón, la mayoría de las 
vísceras sólidas y el parénquima pulmonar son insensibles al dolor. 
El dolor visceral es  transmitido por fibras de tipo C y los mecanismos que 
excitan los nociceptores viscerales son: isquemia, espasmo o distensión de una 
víscera hueca y estímulos químicos específicos. La isquemia genera liberación de 
catabolitos viscerales, por ejemplo iones ácidos, kininas, enzimas proteolíticas, etc., 
que conforman una clase de sopa inflamatoria activadora de los nociceptores. El 
espasmo o la distensión de las paredes viscerales, al parecer, generan dolor debido 
a la producción de isquemia relativa en los tejidos comprometidos. Finalmente, hay 
diversas sustancias químicas, ácidas o alcalinas, que pueden ocasionar irritación y 
verdadera necrosis química en los tejidos viscerales; tal es el caso del jugo gástrico 
o del jugo pancreático liberados a la cavidad abdominal en caso de lesiones como la 
perforación de una úlcera gástrica o la pancreatitis aguda. 
Dolor neuropático 
El dolor neuropático, como se mencionó atrás, es el causado por disfunción 
o lesión del sistema nervioso, tanto central como periférico. Generalmente se 
caracteriza por  ser espontáneo, de cualidad quemante o tipo corrientazo, y 
presentar alodinia e hiperpatía, asociadas a signos de déficit neurológico, según 
el lugar de la lesión. 
Las alteraciones de las fibras nerviosas, tanto centrales como periféricas, no 
sólo afectan la comunicación interneuronal; además, dan lugar a una verdadera 
cascada de respuestas que llevan a desmielinización, retracción axonal, gemación 
y muerte celular. Por otra parte, mientras algunos axones de los nervios periféricos 
pueden recuperarse funcionalmente después de la lesión, las neuronas centrales 
no se recuperan funcionalmente después de un daño. 
En el dolor neuropático se ha descrito  disminución de Sustancia P y de 
péptido relacionado con el gen de calcitonina (CGRP) en las astas dorsales de la 
médula espinal, mientras que los niveles de galanina y neuropéptido Y se hallan 
marcadamente elevados en las neuronas sensoriales. 
Los principales mecanismos productores del dolor neuropático son: desaferen- 
tación, cambios funcionales patológicos que dan lugar a descargas espontáneas 
(focos ectópicos), estimulación patológica directa de fibras nerviosas por compresión
y  activación mediada por el sistema simpático. 
El dolor por desaferentación es aquel ocasionado en los casos de sección total 
o parcial de un nervio, o de un haz de fibras en el sistema nervioso central. Tal es 
el caso del dolor secundario a una sección  traumática de un nervio periférico, o el 
producido en una sección medular. La fisiopatología del dolor por desaferentación 
no está bien aclarada. Se ha postulado la alteración del mecanismo de compuerta 
de control, debida a un imbalance entre la activación nociceptiva y la actividad 
analgésica intrínseca, pero los resultados de los estudios experimentales son 
contradictorios. Se tienen evidencias experimentales de que la sección de uno 
o más axones da lugar a cambios (aumento o disminución) en los niveles de los 
neurotransmisores que porta cada axón. La respuesta es diferente si los axones 
seccionados son Aδ o C. 
El dolor desencadenado por focos ectópicos generalmente es de tipo corrientazo. 
Se debe a la génesis patológica de áreas hiperexcitables en la membrana del axón, 
las que de manera autónoma generan potenciales de acción. Ello se ha atribuido, 
recientemente, a la síntesis de nuevos canales de sodio voltaje dependientes que, 
son los directamente responsables de la iniciación de los potenciales de acción. 
Ejemplo de ello son ciertos casos de neuropatía diabética, donde se ha podido 
documentar la descarga ectópica de fibras C.  
El dolor producido por compresión o estiramiento de fibras nerviosas 
habitualmente se percibe en el territorio inervado por esas fibras. Ejemplo de 
este tipo de dolor son los debidos a la compresión ocasionada por la herniación 
de un disco lumbar o cervical, o el síndrome del túnel carpiano. La compresión 
ocasiona inicialmente estimulación de la fibra nerviosa, pero posteriormente se 
van a producir trastornos isquémicos y metabólicos con la consiguiente liberación 
de sustancias químicas inflamatorias. Si la compresión aumenta puede finalmente 
causarse una verdadera deaferentación. 
El dolor mantenido por el simpático es un tipo de dolor observado en varios 
procesos patológicos en los que puede haber, o no, lesión nerviosa. Se caracteriza 
porque clínicamente da lugar a un dolor tipo quemadura, con manifestaciones de 
hiperactividad vegetativa como enrojecimiento de la piel, aumento de la temperatura 
en la zona lesionada, sudoración y, a medida que avanza el trastorno, cambios 
tróficos severos de piel y desmineralización ósea regional. La evidencia de un 
compromiso del sistema simpático está dada por la mejoría del dolor cuando se 
hacen bloqueos anestésicos del simpático. Por ello, se define como aquel dolor que 
es mantenido por actividad eferente simpática o acción neuroquímica o circulante 
de catecolaminas, determinada por bloqueo nervioso simpático. Sin embargo, 
su fisiopatología no está completamente aclarada, aunque se han invocado 
mecanismos como la generación de sinapsis patológicas entre el sistema somático 
y el simpático (efapsis), el desarrollo en los nociceptores de una sensibilidad a 
las catecolaminas después de lesión parcial o total del nervio, y la expresión de 
adrenorreceptores funcionales en la membrana neuronal. El dolor mantenido por el 
simpático puede hallarse en varios tipos de dolor neuropático, sin ser un elemento 
esencial de una lesión específica. 
Este tipo de síndrome clínico fue conocido inicialmente como causalgia, y 
posteriormente se incluyó en el grupo de la  Distrofia Simpática Refleja junto con 
otros trastornos clínicamente similares, pero sin evidencia de  lesión neural, como 
      el llamado Síndrome Hombro-Mano. Sin embargo, no se ha podido demostrar 
que se trata de una respuesta refleja a la lesión, ni tampoco hay evidencia de 
una participación del sistema simpático en todos los síndromes clínicos allí 
incluidos. 
Dados los problemas mencionados, la Asociación Internacional para el Estudio 
del Dolor (IASP) propuso en 1995 cambiar el término Distrofia Simpática Refleja 
por el de Síndrome Doloroso Regional Complejo (CRPS). Para su diagnóstico se 
postularon los siguientes criterios: la presencia de un evento nocivo desencadenante 
o una causa de inmovilización; dolor continuo, alodinia o hiperalgesia, en que el 
dolor es desproporcionado con respecto del evento iniciador; evidencia en algún 
momento de edema, cambios en el flujo sanguíneo de la piel, o actividad sudomotriz 
anormal en la región del dolor.  Se debe excluir este diagnóstico si el paciente 
tiene otras condiciones que expliquen el grado de dolor y la disfunción. Hay dos 
subtipos de CRPS: el Tipo I, sin evidencias de lesión de nervio, y el Tipo II, que 
requiere la evidencia de lesión de un nervio mayor. Algunos casos de CRPS son 
mantenidos por el simpático y mejoran con bloqueos de ese sistema. Aquellos casos 
que no muestran mejoría se conocen como Estados Dolorosos Independientes 
del Simpático (SIP). 
Conclusión 

 Los mecanismos de producción del dolor clínico son variados y complejos. 
Muchos de ellos son todavía desconocidos. Aunque hay mecanismos causales 
comunes a muchas patologías, se debe aclarar la fisiopatología específica para cada 
entidad clínica y ello, todavía, requiere un enorme esfuerzo investigativo. Sólo de 
esta manera podremos lograr, en el futuro,  tratamientos más racionales y efectivos 
para el paciente con dolor. Mientras tanto, continuaremos dando “palos de ciego”, 
en nuestros esfuerzos, muchas veces infructuosos, por aliviar pacientes agobiados 
por el dolor, mediante terapéuticas de “ensayo y error”. 
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